La ciudad desolada by Ransom Riggs

La ciudad desolada by Ransom Riggs

autor:Ransom Riggs
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Juvenil, Fantástico, Novela
editor: ePub y Mas
publicado: 2019-01-21T08:00:00+00:00


Emma me dio un codazo.

—Bueno, ¿qué?

—Necesito un minuto más —dije.

Bronwyn había depositado el baúl en el suelo y yo me había encaramado a él. Con la cabeza asomando por encima de la multitud, intenté escudriñar la marea de caras. El andén estaba abarrotado de niños. Se retorcían como amebas bajo el microscopio, hileras e hileras alejándose hasta perderse entre la neblina de humo. Silbantes trenes negros los acechaban a lado y lado, ansiosos por devorarlos.

Notaba los ojos de mis amigos clavados en la espalda, observándome mientras yo inspeccionaba el gentío. Supuestamente tenía que saber si en algún rincón de aquella enorme muchedumbre en movimiento había monstruos dispuestos a matarnos y, supuestamente también, tenía que saberlo con solo echar un vistazo, captando una vaga sensación en mis entrañas. Por lo general, cuando había un hueco en las cercanías, la Sensación era dolorosa y evidente, pero en un espacio tan gigantesco como aquel —entre centenares de personas—, la alarma podía ser un simple susurro, una débil punzada, algo susceptible de ser pasado por alto con enorme facilidad.

—¿Sabrán los wights que hemos venido? —preguntó Bronwyn en voz baja por miedo a que algún normal pudiera oírla o, peor aún, algún wight. Tenían espías repartidos por toda la ciudad, o eso al menos nos habían hecho creer.

—Matamos a todos los que podían conocer nuestros planes —dijo con orgullo Hugh—. O mejor dicho, los maté yo.

—Lo que significa que aún nos buscarán con más ahínco —observó Millard—. Y que ahora querrán algo más que el pájaro, querrán venganza.

—Razón por la cual no podemos quedarnos mucho más aquí —me apremió Emma, dándome unos golpecitos en la pierna—. ¿Has terminado?

Me desenfoqué. Perdí el punto en la multitud que estaba examinando. Vuelta a empezar.

—Dadme un minuto más —dije.

Personalmente, no eran los wights lo que más me preocupaba, sino los huecos. Ya había matado a dos y los encuentros que había mantenido con ellos habían significado casi mi fin. Era posible que mi suerte, en el caso de que fuera eso lo que me había mantenido con vida hasta el momento, empezara a agotarse. Por eso estaba decidido a no dejarme sorprender nunca más por otro hueco. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que estuviera en mi poder con tal de intuir su presencia desde muy lejos y evitar cualquier contacto con ellos. Huir de un posible encuentro no acarreaba ningún tipo de gloria, lo sabía, pero la gloria me traía sin cuidado. A lo único que aspiraba era a sobrevivir.

El verdadero peligro, pues, no eran los cuerpos que pudiera haber pululando por el andén, sino las sombras escondidas entre ellos y más lejos, en la oscuridad de los aledaños. Tenía que concentrar mi atención hacia allí. La posibilidad de proyectar mis sentidos de esta manera, más allá de la multitud, hurgando en rincones alejados en busca de indicios que indicaran peligro, me proporcionaba una sensación casi extracorpórea. Unos días atrás no habría podido hacerlo. La habilidad de poder dirigir mi peculiaridad como si de un foco se tratara era algo completamente nuevo.



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